Sacerdote Jorge Julio Mejías |
Alfredo Zambrano E/Cs
Cuando escuchaba hablar de polarización en lo único que pensaba era en la polarización política y mediática que se ha sumido Venezuela desde la llegada de la revolución bolivariana en 1998. Los Chavistas contra los escuálidos, la derecha contra la izquierda, el pueblo contra la oligarquía, Venezolana de Televisión contra Globovisión y todos esos enfrentamientos que han llevado al país a dividirse en dos bandos. Enfrentamientos que veía como simples disputas políticas sin que llegasen a preocuparme de verdad.
Pero esta idea que tenia sobre la polarización me cambio radicalmente al asistir al Foro Comunicación para la Paz, efectuado en la Universidad de Los Andes en Trujillo, y escuchar al sacerdote jesuita Jorge Julio Mejías, coordinador del Programa para la Paz del Centro de Investigación y Educación Popular de la compañía de Jesús de Colombia (Cinep), exponer los terribles efectos causados por la polarización en Colombia y el papel que debe jugar el periodista ante ella, como sujetos llamados a ser constructores de paz, propiciadores del diálogo y la convivencia ciudadana.
Para Jorge Julio Mejías, el principal efecto y el que más daño le ha causado a Colombia ha sido la guerra que por más de cinco décadas ha enfrentado a guerrilleros, narcotraficantes, paramilitares y ejército, y que ha causado la muerte de miles de colombianos inocentes. Conflicto que tuvo su origen en la polarización política entre Liberales y Conservadores y que poco a poco se fue acrecentando hasta llegar al enfrentamiento armado.
En Venezuela la polarización política ha ido creciendo paulatinamente, por lo que no es nada descabellado pensar que si seguimos por esta ruta nos podría pasar lo mismo que Colombia. El vocabulario bélico que constantemente utiliza el presidente Chávez en sus alocuciones y campañas electorales, el llamado a sus seguidores a defender la revolución a toda costa, y el empeño en dividir a la nación en dos bandos, son indicios de la situación de conflicto en la que nos encontramos. Situación que está generando una crisis, una ruptura de nuestro sistema democrático.
Está exposición no sólo me hizo reflexionar sobre a lo que nos podría llevar la polarización política en nuestro país, sino también en otra forma de polarización que se presenta a nivel mundial en la sociedad, la polarización Económica que se está suscitando a nivel mundial. Que se plasma en la creciente desigualdad en la distribución de las riquezas, lo que ha generado que los ricos se hagan más ricos y los pobres más pobres, ha creado una brecha social difícil de superar. No sabemos cuántos pobres hay, pero sí se sabe, por la FAO, que el número de hambrientos en el mundo ha crecido últimamente. Y que la distancia entre los países ricos y los pobres ha aumentado. Lo que ha acrecentado la diferencia de clases en el mundo.
Sí bien el periodista no es el culpable de la polarización sí se le achaca parte de la culpa. Cuando toma parte en ella y se convierte en monotemático, misionero, repetitivo, emocional e insultante. Por supuesto tomando como premisa que “el que no está conmigo, está contra mí”, por lo que se dedica a reforzar su propia posición debilitando la posición del contrario, cosa que, a veces, se hace no con argumentos sino con afirmaciones despectivas o desprestigiando al contrario, y poniéndolo como el enemigo para justificar su actuación.
Por el contrario el periodista debe estar al servicio de la paz, el dialogo y la convivencia ciudadana. Debe transformarse en un comunicador social al servicio de las comunidades y no al servicio de intereses económicos. Convertirse en un comunicador al servicio del desarrollo social sustentable como el camino para superar la polarización económica.
Pero lo más importante, como lo afirmó Jorge Julio Mejías, los periodistas deben ser cultivadores de la humanidad, deben humanizarse y humanizar al otro, porque sólo a través de la humanización nace la paz, tenemos que aprender a ser humanos y culminó con la cita de una frase de Gandhi “aprendimos a volar como los aves, aprendimos a nadar como los peces, pero no hemos aprendido a ser humanos”.