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4 de septiembre de 2010

La Bienal Salvador Valero: refugio del arte popular trujillano

Fotografía: Alfredo Zambrano

Alfredo Zambrano E/CS

La Bienal Salvador Valero de Arte Popular ha sido un elemento clave en el reconocimiento, difusión y desarrollo de los nuevos valores del arte popular trujillano en los últimos 24 años.

Esta afirmación se desprende del análisis de la participación de los artistas plásticos trujillanos en las diversas ediciones realizadas, así como de los testimonios de sus protagonistas, principalmente los hacedores del arte popular trujillano.

Un poco de Historia

La Universidad de Los Andes creó en 1986, durante la celebración de su Año Bicentenario, la Bienal Nacional Salvador Valero de Arte Popular, con el fin de reunir en una sola exposición las obras de los artistas plásticos populares venezolanos o extranjeros residenciados en el país.

La idea para la creación de tan importante evento salió del Museo Salvador Valero (Musaval) del Núcleo Universitario Rafael Rangel (NURR), de la mano de su director para ese entonces, Francisco Prada.

Antonio Avendaño, Director Técnico del Musaval comenta que “Francisco Prada tomando en cuenta que para ese entonces (1986) no había un salón de arte popular en el país, propone a la ULA el proyecto de creación de la Bienal de Arte Popular, el cual fue aprobado…, desde entonces la Bienal va a convertirse en un espacio que reivindica el derecho de esos artistas a mostrar sus propuestas”.

Avendaño agrega que dicho proyecto conforma un espacio significativo desde la mirada de lo que es la doctrina universitaria y lo que es su visión filosófica y conceptual basada en la diversidad, en la diferencia y en la inclusión.

Precisamente la inclusión es lo que ha convertido a la Bienal Salvador Valero de Arte Popular en el salón de arte más importante del país, por su característica de apertura que permite la participación de todas las obras que ingresan, sin selección, ni exclusión, lo que lo distingue de todos los salones nacionales.

Desde su primera edición la Bienal Salvador Valero ha sido referencia necesaria para el conocimiento general de la producción artística popular en nuestro país, porque es el único evento representativo de la cuantiosa diversidad de tendencias, técnicas, temas, géneros, estilos y concepciones artísticas que existen actualmente en el arte popular de todas las regiones de Venezuela.

Esta política de apertura no sólo ha permitido la incorporación de un mayor número de artistas populares, sino de artistas académicos, quienes desde la V Edición cuentan con un espacio para la difusión de sus obras.

Arte popular vs arte académico

Para Antonio Avendaño la diferencia entre el arte popular y el arte académico es una discusión histórica, que lo que hace es fragmentar la producción y valoración cultural. “Porque tan artista es un artista popular, un artista que hace propuesta de lo sencillo, como lo es cualquier académico, lo que pasa es que se le ponen apellidos… arte contemporáneo, moderno, naif, popular, lo que hacen es parcelar la producción cultural”, agrega el Director Técnico del Musaval.

Ante tales afirmaciones, surge la interrogante: ¿por qué entonces la Bienal se llama de arte popular?

Al respecto, Avendaño aclara: “porque es parte también de la lucha por el derecho inalienable de los cultores populares de tener sus espacios, de ser escuchados, de ser mirados, de ser valorados, (lo) que históricamente aún en estos tiempos sigue siendo negado, o sea, un artista de lo sencillo, de lo común, para ir al Museo de Arte Contemporáneo de Caracas, inclusive en estos tiempos en que teóricamente se habla de socialismo, (no puede) porque a la hora de la verdad son salones excluyentes, son metodologías que fragmentan y discriminan a esos hacedores de esas sencilleces de la cotidianidad, de las querencias que las transforman en discursos plásticos a través de una talla de madera, de una pintura , una fotografía, de un tejido”.

La Bienal y los artistas trujillanos

Antes de la Bienal eran reconocidos muy pocos artistas populares trujillanos, entre ellos podemos nombrar a Salvador Valero, Antonio Fernández “El hombre del Anillo”, Josefa Sulbarán y Eloísa Torres. Otros como Rafaela Baroni, Marcos Sánchez Baroni, Manuel Torrealba, Omira Lugo, Evelia Mendoza, Navor Terán, no tenían ni la proyección ni el reconocimiento en el ámbito cultural por su trabajo.

Carmen Araujo, directora del Museo Salvador Valero afirma que: “lo que la Bienal en sí representa, no solamente tiene que ver con Trujillo sino con el país. La bienal ha sido el primer espacio donde muchísimos artistas han dado a conocer su obra por primera vez y muchos de estos artistas se han mantenido, muchos de ellos no han ganado premios, no han sido reconocidos, pero se han mantenido como artistas, como creadores y un importante número de ellos han logrado proyectarse de una manera destacada”

La Bienal logra abrir el abanico del arte popular y permite entonces la aparición de nuevos valores como Víctor Mejías, Manuel Cabrera, Carmen Torres, Aminta de Morales… quienes van apareciendo con su propia mirada, con su propio trabajo, con su propia propuesta, con su propia fuerza.

Esto ha permitido que el crecimiento de la Bienal haya sido progresivo, aún con las mayores dificultades siempre se ha incrementado y por supuesto la participación de los artistas trujillanos también ha seguido la misma senda.

Como referencia destacan los registros de participación de las tres últimas ediciones de la Bienal, en las cuales no sólo se incrementó el total general, sino también el número de los artistas trujillanos.

Para la VII, VIII y IX Edición de la Bienal Salvador Valero de Arte Popular la participación general fue de 527, 814 y 1.044 obras respectivamente, de las cuales la participación de los artistas trujillanos fue la siguiente: 162 obras en la VII Edición, para aumentar a 256 en la VIII y culminar con un total de 276 en la IX Edición.

Hablan sus protagonistas

Aunque las anteriores cifras corroboran la importancia de la Bienal Salvador Valero en el surgimiento y desarrollo de nuevos valores en el arte popular del estado Trujillo, para Navor Terán, artista plástico popular, que ha participado en la Bienal desde la primera edición y ha obtenido dos premios bienal y una mención honorífica, la bienal debe ser un motivador de artistas ingenios.

“La Bienal ha apoyado a los artistas en muchas cosas, ha sido un portavoz del artista ingenio, pero prácticamente todavía no está en el punto positivo que debería ser, porque hay muchos artistas ingenios en Trujillo que no se conocen, que deben tener a alguien que los motive. Y el Museo Salvador Valero, a través de la Bienal, debería ser ese cazador que busque a esos artistas ingenios”, sostiene Terán.

Terán, considera que al artista popular no se le debe llamar artista ingenuo, sino más bien artista ingenio, en cada obra popular hay una propuesta, un mensaje que no tiene nada de ingenuo.

Por su parte, Aminta Azuaje, quien también ha participado en la Bienal desde su primera edición, afirma que “el Salón es una cosa muy chévere para todos los artistas del estado Trujillo”. Igualmente, considera que es muy interesante, porque la ULA, a través de la Bienal Salvador Valero, los tiene presentes: “ellos hicieron muy bien cuando nos tomaron en cuenta, nos llevaron muy arriba, si no ¿dónde estuviéramos?, por ahí en un solar. Es como un triunfo muy grande, porque han tomado nuestro trabajo mucho más en cuenta”.

Víctor Mejías, quien además de artista popular y asiduo participante en la Bienal, trabaja como restaurador en el Musaval desde hace 18 años, asegura que para los creadores la Bienal es uno de los mayores eventos que tiene el país porque participan distintos géneros, “me impulsa a seguir construyendo tallas y pinturas y aunque no he ganado una Bienal sigo participando, porque cuando uno nace así (artista) lo sigue siendo hasta que se muera”.

Carmen Terán, quien tiene 20 años de estar participando en la Bienal, la considera como uno de los eventos de mayor transcendencia a nivel artístico, tanto nacional como internacional. “Para nosotros los creadores de Trujillo y de otras regiones del país es tan importante porque nos da la oportunidad de mostrar nuestros trabajos, es un Museo que tiene mucha vida y la profesora Carmen Araujo y los que lo han dirigido son personas intelectuales, creadoras, emprendedoras que le dan vida a todos los eventos artísticos que se realizan y van descubriendo talentos en el estado Trujillo y a nivel nacional…Por eso en el Museo de Arte Popular y en las bienales uno logra ver, palpar una gama de sentidos que los distintos artistas trujillanos como de otras regiones, logran plasmar en cada una de sus obras, por eso es que la Bienal se ha convertido en un concierto de multiplicidad de lenguajes, de expresiones de diversos artistas y esto hace que tenga trascendencia a nivel nacional.”

La miseria dentro del valor artístico

Con salones como la Bienal Salvador Valero la producción de obras de arte popular ha aumentado del mismo modo que el número de los propios artistas, el mercado está en expansión y la opinión sigue siendo favorable. Sin embargo, esto no es suficiente, el arte popular sigue confinado en un subsistema, marginado de los circuitos de difusión, del mercado y la crítica del arte dominante, situación que no le ha permitido desarrollar mejores formas de comercialización de su producción artística.

Así es como vemos a muchos artistas populares de reconocimiento nacional y hasta internacional que han pasado toda su vida en condiciones económicas precarias. Un ejemplo de ello fue el artista popular Antonio José Fernández “El Hombre del Anillo”, quien a pesar de haber sido reconocido con el Premio Nacional de Cultura Popular el año 1997, vivió en la más absoluta miseria en su casa, taller de Carvajal, hasta su muerte en 2006.

Por ello, los organizadores de la Bienal Salvador Valero de Arte Popular, deben promover ante los organismos del Estado encargados de la cultura, alternativas que permitan a estos creadores tener espacios permanentes de exposición y comercialización para que logren vender sus obras y así llevar una vida más cómoda que les permita dedicarse con más ahínco a la producción cultural.

Hacia dónde va la bienal

Carmen Araujo confiesa que entre las aspiraciones del Museo Salvador Valero destaca tener una sede propia, así como trabajar en función de la recuperación y preservación de su colección, pero también en la necesidad de plantearse unas evaluaciones puntuales sobre eventos como la Bienal.

“¿Qué ha hecho en diez años la Bienal?, ¿qué debe hacer?, ¿debe continuar como está?, ¿debe modificarse en algunos aspectos?. Es decir, creo que este es un buen momento de hacer esas cosas y por supuesto seguir adelante con todos los proyectos que tenemos, seguir caminando con las cosas que creemos que estamos haciendo bien, pero sí es necesario un esfuerzo sobre todo por una sede propia”.

Recalca Carmen Araujo, que la bienal es un espacio para todo tipo de expresión artística, popular o académica, “La idea inicial para la Bienal Salvador Valero de Arte Popular fue la de ofrecer un espacio al artista popular donde pudiera mostrar sus obras, sus expresiones, sus propuestas, debido a la inexistencia de salones populares en el país, por la exclusión a la que ha sido sometida. Sin embargo, no sólo cumple con los creadores populares, sino que cobija a todos esos artistas académicos del común, del pueblo, que no son tomados en cuenta por la élite cultural del país, para ofrecerles sus espacios. De esta manera, logra reunir en un solo Salón todas las expresiones del arte y la cultura venezolana.”

Fotografía: Alfredo Zambrano

“Una mirada desde el corazón”, como trascender en medio de una discapacidad

Por: Alfredo Zambrano E/ CS

Uno de los problemas más sensibles en nuestras comunidades a nivel mundial es el referido a las personas con discapacidad. En pleno siglo XXI, podemos observar como aún persiste en nuestra sociedad el rechazo o la apatía hacia las personas que poseen algún impedimento físico o mental. Las personas discapacitadas muchas veces se toman en cuenta es en el discurso político y no a través de políticas que atiendan sus intereses y necesidades.


En Venezuela la atención a los discapacitados por parte de los organismos del Estado, se ha visto relegada a la aprobación de instrumentos legales. Leyes que de ser aplicadas resolverían gran parte de los principales problemas de las personas con impedimentos físicos y mentales, pero lamentablemente se quedan en el papel.

Sin embargo, a pesar de este panorama, hay excepciones y una de ellas es el Centro de Atención Integral Bolivariano al Ciego y Deficiente Visual (CAIBCDV), institución abocada a la atención de ciegos y deficientes visuales, orientada a sobrellevar su discapacidad para que sean colaboradores activos dentro de la comunidad y de la sociedad en general, así como de ejecutar acciones orientadas a impulsar a las comunidades a promover y proteger los derechos de las personas ciegas y con deficiencia visual.

El Centro, dirigido por el profesor Elías Zambrano, atiende a personas desde la edad maternal hasta los 80 años. Actualmente cuenta, en su sede ubicada en la ciudad de Valera, estado Trujillo, con una matrícula de 105 personas distribuida en diferentes horarios de atención.

Su trabajo consiste en la enseñanza de las herramientas básicas necesarias para el desenvolvimiento de ciegos y deficientes visuales en las áreas de: orientación y movilidad (uso del bastón), lecto-escritura (Método Brayle), procesos matemáticos (Caja Aritmética), informática (Software auditivo), deportes (Gol-ball) y en el área musical con la Estudiantina, la cual es dirigida por el Lic. Jesús Araujo.

Esta labor tan loable, meritoria y digna de seguir se dio a conocer en la Universidad de Los Andes en Trujillo, a través del proyecto comunitario estudiantil “Una mirada desde el corazón” como trascender en medio de una discapacidad, que emprenden las estudiantes de educación Yuneyci Paredes, Rosalba Segovia y Evelyn Hidalgo, quienes afirmaron que el proyecto se realiza con el propósito de apoyar al Centro de Atención Integral Bolivariano al Ciego y Deficiente Visual con la incorporación de otras áreas de atención de las que ya realizan, la aplicación de talleres de orientación sicológica y emocional y la realización de un documental sobre la institución que sirva para difundir y tratar de concientizar a la comunidad en general para que apoyen este tipo de iniciativas.

Explicaron las estudiantes que el proyecto, que cuenta con la tutoría del profesor Alejandro Márquez, consta de cuatro etapas:

- Diagnóstico (Ejecutada)

- Semana de sensibilización en la Universidad de Los Andes en Trujillo (Ejecutada):

- Entrega de material alusivo al C.A.I.B.C.D.V

- Taller de movilidad y orientación a cargo del profesor Rubén Darío Quevedo del C.A.I.B.C.D.V,

- Proyección de la película “Ceguera”

- Concierto ofrecido por la estudiantina del C.A.I.B.C.D.V al NURR

- Taller de orientación sicológica y afectiva (En Proceso)

- Difusión (En Proceso)

Aunque el proyecto “Una Mirada desde el Corazón” aún está en proceso, no cabe duda que las acciones emprendidas hasta el momento por las estudiantes del Núcleo Universitario Rafael Rangel, vislumbran la efectividad de esta propuesta, y más aún del Centro de Atención Integral Bolivariano al Ciego y Deficiente Visual, puesto que no solo transmiten a este grupo de personas la motivación para la convivencia bajo sus limitaciones, sino el apoyo, orientación y las herramientas necesarias para su inserción en la sociedad. De allí, que cuenten con la preparación y capacidad para incorporarse a las fuerzas productivas, a través del desempeño de una diversidad de tareas, que van desde su interés en continuar con su preparación en cualquiera de los diferentes niveles del sistema educativo; hasta su habilidad para asumir responsabilidades laborales e incluso artísticas.

En tal sentido, en la medida que los ciegos y deficientes visuales, al igual que otros discapacitados, reciban mayor apoyo para su inserción en los sectores productivos, se contribuirá con el desarrollo de la región, pues forman parte de esa economía activa que genera respuesta eficiente a planes de desarrollo que se tengan.